miércoles, 24 de octubre de 2012



Retruécano en la piel del vacante ardiendo


Entre truenos, trinos y relámpagos
Nuestras manos se encendían
La civilización maullaba un estribillo del más íntimo apetito
Mis manos vanidosas en tu boca
Pernearon la serenidad del instante
Tome tus labios
Los empuje hacia la borrasca
Y nuestras bocas desencadenadas
Brindaron el conspicuo concierto
Tus piernas se abrieron lentamente
Y de esos parpados de Afrodita
El eterno himeneo.
El amor que perenne grita
Musitando arrullos de mar que crepita
En el rompiente de tu voz
En la cascada del más súbito deseo.


De Claudio R a Claudia


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